El SICUZ y Púlsar en respuesta a las declaraciones de Redpensar
Las declaraciones de José Luis Briz, representante de la candidatura de Redpensar, en la entrevista publicada ayer en este mismo blog han levantado ampollas entre el personal del SICUZ responsable del servicio de correos, y sus respuestas no se han hecho esperar, habiendo recibido múltiples quejas al respecto de la inexactitud de los comentarios del profesor de ingeniería informática.
Dada la necesidad de aclarar estos puntos, desde Púlsar hemos decidido publicar el presente artículo para dar a conocer a los interesados algunas realidades clave al respecto del tema del correo en la Universidad de Zaragoza y la cuestión de su externalización a través de Google.
Atendiendo a la declaración de Borja Pérez Oñate, jefe de proyectos en el área de sistemas del SICUZ y responsable técnico del correo electrónico de la universidad de Zaragoza, “La migración del correo de alumnos (me refiero sólo al correo, no a las otras utilidades que ofrece Google, ya que el de PAS y PDI no se ha migrado de forma obligatoria) ha supuesto un ahorro de un disco de 1 TB de la cabina de discos. No se el coste de ese disco, pero no puede ser mucho. Por contra la doble gestión de dos sistemas de correo genera mucho más trabajo (como es lógico) que la gestión de un solo sistema, y sabemos que lo más costoso es el personal; es decir, en lugar de reducir el trabajo lo hemos aumentado.” En efecto, esto significaría que el ahorro referido es, en realidad inexistente, y los costes habrían aumentado al depender de los servicios externos de Google y mantener el servicio de correo. De acuerdo con el señor Pérez Oñate, “en su momento, puestos a migrar, se propuso migrar a todo el mundo (PAS, PDI, Estudiantes), lo que podría haber sido un ahorro mayor y suponer una menor carga de trabajo al manejar un solo sistema, pero se desestimó. Y al margen de los costes están las complicaciones que se han generado a los estudiantes. Por otro lado también se propuso que las cuentas Google fueran permanentes, para toda la vida, porque eso ayudaría a que las direcciones de correo de miembros de la Universidad que hacen alguna publicación no se pierdan en caso de que la persona deje de pertenecer a la Universidad, pero también se desestimó.”
Esto hace que nos cuestionemos los motivos detrás de estas decisiones, que parecen responder más a la “moda Google” que a una necesidad real por parte de la Universidad de Zaragoza. Más preocupante aún resulta el tema de la privacidad. Google ya ha sido condenada anteriormente por el uso indebido de los datos recabados sin autorización a través de Youtube, y el fiscal de Nuevo México ha iniciado un proceso contra el gigante corporativo este mismo año por explotar los datos obtenidos a través de las instituciones educativas de su estado para la creación de perfiles que son vendidos para fines publicitarios, pero que contienen suficiente información como para identificar a un individuo y relacionarlo con su historial de navegación. Todo esto es especialmente grave si tenemos en cuenta que las políticas de la compañía en esta materia son las mismas a nivel mundial, y más aún a la luz de las intenciones de Google de irrumpir en el panorama educativo con su oferta propia de titulaciones superiores que, a todas luces, proporcionan un aprendizaje demasiado restringido y compartimentalizado que, a nuestro juicio, iría directamente en detrimento de la educación del alumno.
Otro aspecto preocupante con respecto a la utilización de los servicios de Google es el de la legalidad de la creación de una cuenta de correo en el servicio de la compañía por parte de la Universidad sin la autorización expresa de los alumnos. En teoría, la cuestión de protección de datos está regulada a nivel de la Unión Europea con el Reglamento General de Protección de Datos, y en España con la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales. De acuerdo con estas, los motivos que permiten procesar los datos personales de un individuo (incluyendo los necesarios para la creación de una cuenta de correo) más allá del consentimiento del interesado son el interés vital del individuo, el interés público, la necesidad contractual, el cumplimiento de obligaciones legales o el interés legítimo del responsable del tratamiento de datos. La inexistencia de un ahorro por parte de la Universidad, al migrar a los estudiantes al servicio de Google al tiempo que mantienen el servicio de correos interno, podría poner en entredicho el interés público como justificación, por lo que sólo podría depender de una necesidad contractual que tal vez podría ser discutida legalmente. Este punto ya había sido planteado por la Unidad de Protección de Datos de la Universidad de Zaragoza, pero fue desestimado en su momento pese a su insistencia en mantener un grado lo más elevado posible de independencia tecnológica.
En esta línea se enmarca, precisamente, la estrategia general del CSIC, que aboga por la utilización de herramientas libres y autogestionadas para mantener el control de los datos y procesos de las investigaciones y el personal, evitando así, entre otros males, caer víctima de cambios unilaterales de las condiciones de uso por parte de las grandes empresas (debido a depender completamente de sus productos), o que datos de investigación sensibles sean utilizados impunemente por terceros. Desde Púlsar creemos que este es el camino a seguir y que la Universidad de Zaragoza debería hacer caso de este ejemplo y explotar y desarrollar las herramientas de las que ya dispone, como el servicio de correos (que, como ya hemos dicho, continúa existiendo), el servicio de videoconferencias, que hemos tenido oportunidad de probar en calidad de testers y que no se ha implementado por cuestiones ajenas a su funcionamiento, que no deja nada que desear, etc.
Es, por otra parte, absurdo sacar de quicio estas cuestiones y pretender que la Universidad desarrolle desde cero todas las aplicaciones que utilice, pues no responde a ningún propósito cuando ya se dispone de herramientas libres y seguras que pueden ser adaptadas (sea directamente o con modificaciones específicas) para su uso. Del mismo modo, pretender que no tiene sentido perseguir la independencia tecnológica por ser “un mito” inalcanzable sólo tiene sentido desde una perspectiva técnica, no funcional. Así, si un sistema funciona de forma independiente y autogestionada, no debiendo para ello depender de la externalización de servicios clave, entonces ha alcanzado funcionalmente la independencia tecnológica, independientemente de quién sea su proveedor de electricidad o el tipo de hardware que utilice. Así, desde Púlsar instamos a la Universidad de la que somos parte a seguir por este camino y apoyarse en el software libre para conseguir mantener su independencia frente a las grandes multinacionales (contratando cuando sea necesario soporte a través de empresas locales, favoreciendo así el crecimiento económico de la comunidad y reforzando el tejido empresarial tecnológico aragonés en lugar de enriquecer a multinacionales extranjeras como Google, Microsoft u Oracle) y permitir a los estudiantes desarrollar sus periodos de aprendizaje sin tener que preocuparse por la explotación de sus datos personales por parte de terceros.